Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, nos vamos acercando a la fiestas navideñas. Fiestas que como todo en esta vida, a unos les gusta y a otros no.
La Navidad siempre ha sido sinónimo de consumo, pero lo que sucede este año es que los bolsillos estan un poco más vacìos y no están para hacer muchas tonterias.
La gente está exaltada, irritada, y harta de que nos ninguneen. Ya se sabe, "donde no hay harina todo se vuelve mohina".
El caso es que no corren buenos vientos y aunque a veces jugamos a ser políticos o economistas, la cosa es mas compleja y complicada de lo que parece.
Yo tengo fe de que esto se arreglará. ¿De que forma? No lo sé, pero no hay mal que cien años dure.
Lo que si tengo claro es lo que le voy a pedir a los Reyes Magos, contando con que lleguemos al día cinco de enero, poque si se cumple la profecia de los Mayas, ya se nos acaban todas las perocupaciones.
A Merchor, que es mi rey, le voy a pedir un cargamento de carbón para los que no han hecho bien los deberes y encima se han ido con los bolsillos llenos. Un poco de cordura y buena voluntad, para los que intentan sacarnos de esto. Y mucha esperanza para todos los demás.
FELICIDADES A TODOS.